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Nuestra posición

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Nuestra óptica sionista-religiosa considera el renacimiento nacional judío en la Tierra de Israel como un desafío moral y espiritual, y está convencida de que la Torá del Pueblo de Israel puede servir como plataforma para construir una sociedad justa para aspirar a la paz y el respeto entre todos los seres humanos.

Paz, justicia y seguridad La paz es un valor religioso y un objetivo esencial en nuestras vidas como individuos y sociedad. Al igual que la inmigración y la construcción del país, la paz no debe quedar relegada a una mera aspiración para los tiempos mesiánicos. Debemos aspirar a crear una política de paz real con nuestros vecinos basada en el respeto mutuo y la colaboración pues, «no encontró el Eterno mejor vasija para contener bendiciones para Israel que la paz». Una paz verdadera solo será posible si está basada en la justicia. El conocido principio de «no desees para el prójimo lo no deseas para ti mismo» también es válido a las relaciones entre nuestro pueblo y el palestino. Sólo un acuerdo justo aceptado por ambos pueblos garantizará nuestra seguridad a largo plazo.

La santidad de la vida y las fronteras del Estado de Israel Se nos ha encomendado devolver a lo más alto de las prioridades del sionismo religioso la santidad de la vida, la paz y el respeto entre los seres humanos, pues «las leyes de la Torá no configuran una venganza contra el mundo, sino piedad, misericordia y paz en el mundo». En las actuales circunstancias, el anhelo por la paz y la justicia es incompatible conservando la totalidad de la tierra de Israel .Este es el pilar central de nuestro espíritu y concepción del mundo; por ese motivo, no podemos eludir tomar una decisión basada en esos valores. Muy a nuestro pesar, debemos aceptar la partición de la tierra entre nosotros y el pueblo palestino. Una renuncia que no es signo de ninguna debilidad, sino una decisión valiente, pues «el Eterno dará fuerza a su pueblo, el Eterno bendecirá a su pueblo con paz».

Amado es el hombre creado a semejanza de Dios Un estado judío debe salvaguardar la dignidad de todo ser humano, judío y árabe por igual, pues «amado es el hombre creado a imagen y semejanza de Dios». A «un reino de sacerdotes y gente santa» no le está permitido dominar a una población árabe tan numerosa y carente de cualquier derecho político. Hemos visto cómo la continua dominación sobre el pueblo palestino ha distorsionado nuestra imagen como pueblo judío y nuestros valores democráticos socavando el estado de derecho, debilitando nuestra sensibilidad moral, y fomentando corrientes agresivas entre nuestros jóvenes principalmente.

El Monte del Templo y los lugares santos La cuestión del control del Monte del Templo amenaza en convertir el conflicto nacional entre judíos y palestinos en un conflicto religioso. Un verdadero enfoque religioso rechazaría usar la fe religiosa como argumento para dominar un lugar, por muy santo que sea. Al contrario, un lugar santo no debería ser propiedad exclusiva de ninguna entidad física, sino estar abierto a todos los creyentes.

La redención de un pueblo en su tierra El verdadero sionismo no solo aspira a la redención de la Tierra de Israel, sino también a la redención del pueblo judío en esa tierra. Esta postura nos obliga a dedicar recursos para reunir e integrar en Israel a toda la diáspora judía, reducir las desigualdades socioeconómicas, proporcionar una educación judía amplia y diversificada y mejorar la tolerancia religiosa y política.

Si tu identidad como judío(a) e israelí te importa (cualquiera que sea tu definición para “judío”), y al igual que nosotros crees que nuestra identidad judía necesita crear un puente entre judaísmo y democracia, entre derechos humanos y paz, ponte en contacto con nosotros.

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